martes, 11 de febrero de 2014

Introducción a La Gran Guerra

Luis Palacios Bañuelos - Nociones básicas

1900, un mundo eurocéntrico

El nuevo siglo comienza con varios conflictos bélicos abiertos. La Guerra Bóer continúa abierta entre el Reino Unido y los bóers en Sudáfrica, donde las minas de diamantes marcan las prioridades. La superioridad inglesa se impone en 1902 con el tratado de Vereeniging (1902) mediante el cual los bóers deben aceptar el colonialismo británico. En China, la rebelión de los bóxers, expresión violenta de un sentimiento antioccidental, comienza con el siglo. [...] Un ejército, con fuerzas extranjeras, inglesas y alemanas fundamentalmente, termina con la rebelión. Y sólo hay que esperar a 1903 para que estalle el problema de los Balcanes, a partir de la masacre que los turcos realizan entre los búlgaros en Macedonia.

La nota más destacable en los comienzos del nuevo siglo es que nos encontramos con un mundo eurocéntrico. Cuando estalla la Gran Guerra, el continente europeo sigue siendo considerado, como hacía doscientos años, como el más dinámico en todos los sentidos: por su poderío económico y militar así como por su desarrollo científico o artístico. La revolución industrial, que comenzó en Inglaterra, se había extendido por todo el continente; Europa se había desarrollado extraordinariamente en todos los órdenes y su población se cuadruplicó en el siglo XIX.


Vídeo coloreado de la vida en Berlín alrededor del año 1900


La simple cronología nos anuncia que estamos en nuevos tiempos. En 1900 Freud publica «La interpretación de los Sueños»; se crea la Copa Davis; aparece en los cielos el primer Zeppelin, que terminaría convirtiéndose en arma de guerra; el Art Nouveau invade las calles de París; se celebran los segundos Juegos Olímpicos; Max Planck, de la Universidad de Berlín, expone la teoría cuántica revolucionando el mundo de la física y en 1901: muere a los 82 años la reina Victoria, que  ha gobernado Gran Bretaña desde 1837, acabando la era victoriana; el primer Mercedes se construye por Daimler en Alemania; por primera vez un negro -Booker T. Washington- cena en la Casa Blanca con el presidente Roosevelt; Marconi envía los primeros mensajes trasatlánticos sin cable; se entregan los primeros premios Nobel, según el legado dejado en 1895 para promover la causa de la  paz, por el químico sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita y entre los premiados están Röntgen, inventor de los rayos X y Jean Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja. 

En definitiva, de alguna manera, con el nuevo siglo puede hablarse de un mundo nuevo, perceptible por múltiples manifestaciones: el imperialismo se encuentra en su apogeo aunque el resurgimiento de los nacionalismos debilita el programa universalista de los imperios; el incremento de la población es evidente; las doctrinas socialistas se plasman en organizaciones, como sindicatos y partidos políticos, que impulsarán la primera revolución social, otorgando un papel relevante a la clase obrera; la economía funciona en lo que podríamos denominar circuito planetario; la participación ciudadana va ganando terreno en la Europa más desarrollada, que habla ya de democracia; muchos de los grandes avances científicos y tecnológicos cambiarán las vidas de las gentes; empieza a apreciarse en los nuevos fenómenos una cierta dimensión mundial, como si los cambios se generalizaran y, en fin, hay una irrupción de nuevas naciones, como los Estados Unidos de América y Japón, que compiten con Europa en su papel mundial. 


Imperialismo, armamentismo y alianzas

Una serie de procesos ayudan a entender el desenlace bélico. En síntesis son los siguientes:

a) El punto de arranque de la situación diseñada nos obliga a volver […] a la revolución industrial. Sus aportaciones en ámbitos económicos y sociales son fundamentales y explican cambios posteriores. Pero aquí interesa destacar su relación con otro fenómeno importantísimo, el imperialismo. Porque la revolución industrial, gracias al desarrollo de los barcos de vapor y del telégrafo, sumada a los excedentes de capital en busca de inversiones rentables, condujo a un creciente interés por las regiones menos desarrolladas. Todos los países desarrollados buscaron salidas con su política imperialista. El problema mayor surgió cuando un nuevo Imperio, el alemán creado en 1871, quiere también su parte en el reparto colonial, rompiendo con ello el equilibrio existente. Su expansión, gracias a su fuerza militar, crea entre el resto de países miedos que se dejarán sentir en la historia del nuevo siglo. La Alemania de Bismarck se impone como nuevo árbitro de aquella situación, logrando ententes y acuerdos que son necesarios para evitar reacciones no queridas, sobre todo de los británicos, cuyo poderío, especialmente el marítimo, nadie cuestionaba. 

b) El segundo punto que hay que analizar es el significado y alcance real de los imperios coloniales. Por una parte, a comienzos del nuevo siglo, el imperio colonial significaba grandeza nacional, significaba competitividad e incluso supervivencia de los más aptos. [...]

c) Una primera consecuencia de lo anterior es que el logro de esa expansión colonial, el logro imperial, fomentará en Europa un espíritu fuertemente militarista. En esta carrera por dominar el concierto de países, aparece un nuevo factor a tener muy en cuenta: el poder militar necesitaba de armas y alianzas para lograr el dominio y para mantenerlo. Y esta será nota destacable entre finales del siglo y comienzo del conflicto bélico: la carrera armamentista que llevan a cabo las grandes potencias desde 1880, creándose una peligrosa competencia. 


Mapa de Europa en el año 1914

d) La conclusión es que los imperialismos fueron un producto de la revolución industrial y del consiguiente avance en tecnología y armamento de Europa respecto al resto del mundo. 

e) La ampliación del mapa europeo se hizo gracias a la expansión colonial: entre 1800 y 1880, Europa aumentó en 17 millones de kilómetros cuadrados sus dominios y en los treinta años siguientes 20 millones más de manera que el dominio europeo pasó del 65 al 85 por 100 de la superficie terrestre.

f) A finales del siglo XIX apunta ya el final de la hegemonía europea: en 1898 los Estados Unidos destruyen el  imperio español y en 1904 Japón humilla al imperio ruso. El único Estado europeo que en 1900 tenía verdadero poderío mundial era Gran Bretaña, cuyo imperio cubría la cuarta parte habitable del planeta. Y el imperio ruso era en esa misma fecha la potencia terrestre más extensa del mundo.

g) Los nuevos imperios coloniales son el alemán, casi todo en Africa, que es el más breve (1884-1919); el de los Estados Unidos de América -denominó territorios y no colonias a sus posesiones- formado gracias al español, tras la guerra de 1898, e integrado por Filipinas, Puerto Rico, Guam e islas Vírgenes, que en 1917 compra a Dinamarca; el de Japón, que, tras derrotar a China en 1894-5, y a Rusia en 1904-5, se anexionó Corea en 1910 (en 1919 las islas alemanas al N. del ecuador pasarían a ser territorios bajo mandato japonés).

h) Cualquier movimiento de las grandes potencias se veía con recelo por las demás que buscarán aliarse con otras para defenderse. Por ejemplo, el imparable avance de Alemania con su formidable ejército es siempre temido, más cuando decide construir una flota que se interpreta como destinada a la guerra con Gran Bretaña. La reacción de Gran Bretaña fue aliarse con Francia y Rusia,  hecho que Alemania verá como intento de aislarla. Es decir, a la altura de 1914 todo son temores, desconfianzas y suspicacias entre países.  Y el precario equilibrio mantenido entre Rusia y las monarquías de los Habsburgo se rompe con el nuevo siglo culminando en las guerras balcánicas de 1912-13. El asesinato en Sarajevo, capital de Bosnia, del archiduque Francisco Fernando por terroristas bosnios sería la chispa que encendió la llama.

i) Las diferencias y rivalidades nacionales, nacionalistas e imperialistas fueron las causas de la aparición de alianzas o ententes tras el nacimiento del Imperio alemán. Alianzas y armamento explican que la guerra era difícil de evitar en 1914.

Más información en Palacios Bañuelos, Luis, Manual de Historia Contemporánea Universal I, Dílex, 2003, Madrid.



IH - Febrero de 2014

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